lunes, 1 de febrero de 2016

TODA PALABRA CONTIENE IDEOLOGIA



Toda estructura de gobierno necesita de cierta estabilidad para poder dar consistencia al desarrollo de los pueblos y de los países. España necesita de un gobierno que de estabilidad política para generar confianza a la economía y a los mercados.

En la España actual, la surgida de las elecciones generales del 20D, el comentario y la opinión más destacada -trending topic- es el que hace referencia a la estabilidad política que el País necesita. En ello andan destacadas personalidades del mundo de la política, de la economía, del mundo financiero y empresarial sin despreciar ningún tipo de herramientas bien sea mediáticas o endemoniadas para generar miedo en la dirección en que les interesa.

La estabilidad como concepto es un valor en sí mismo y en el ámbito de la gobernanza más destacado aún, sin embargo la estabilidad política a la que se refiere esta élite política, empresarial, financiera y económica está embargada de una única posibilidad, la que propicia una gran coalición de gobierno desechando la facultad de una pacto o acuerdo programático que de estabilidad a la gobernanza de España desde posiciones progresistas de izquierdas, aún siendo la opción más votada. Se trata de dar valor exclusivo a la cultura política hasta ahora conocida en democracia.

¿A qué estabilidad política se refiere esta élite nacional? Quizás a aquella que se sustenta en el modelo de una gobernanza que sustituye la ética por estética, que cambia la moral por la corrupción, la actividad productiva de la economía por la competitividad, que cambia la cohesión por la desigualdad, la convergencia por el crecimiento o el derecho al trabajo, por el trabajo precario y sumiso.

Sin embargo, esta misma élite no tiene el más mínimo reparo en cohabitar con la incoherencia y la desigualdad social, la desavenencia de los derechos de ciudadanía, laborales y sociales y la usurpación de los conceptos de convergencia y cohesión.

En definitiva, detrás de cada palabra y de cada opinión de esta élite política, económica, empresarial y financiera se esconde siempre un profundo poso ideológico que garantice sus privilegios, además de ser la misma gente que niega la ideología en  nombre del discurso demagógico del bien común pero que sin embargo, te imponen su ideología.

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