Reconstruir globalmente una izquierda social y económica en Europa lo posibilita la injusticia e irracionalidad del neoliberalismo que domina la UE, la pobreza material y espiritual de cada vez más mujeres y hombres y la necesidad de construir una alternativa democrática fuera del marco paradigmático preestablecido.
Nadie dijo que fuera una tarea fácil pero ¿es posible?
La principal dificultad para lograrlo se sustenta en la propia izquierd, en aquellas organizaciones políticas que tuvieron sus orígenes en las masas obreras, que han evolucionado distanciándose de su identidad ideológicamente marxista-transformadora hacia una socialdemocracia que parece padecer el síndrome de Estocolmo con la derecha capitalista, de tal forma que de poder ser una alternativa para la justicia, la igualdad y la libertad, se han convertido en una simple alternancia, con más sensibilidad social, pero alternancia al final, porque el sistema es el mismo, el “Estado al servicio del capital mercado”. Ya lo decía Pablo Iglesias Possé, fundador del PSOE y de la UGT “… o con unos o con otros, o con los trabajadores o con el capital, no se pueden servir a dos amos a la vez”
Buscar como principio la justicia, la equidad y el humanismo en la acción política se antoja indispensable para parar el proceso de deterioro de la vida, democratizar la sociedad y transformar a la ciudadanía en el sujeto de su propio destino, porque vivimos en un sistema social y económicamente agotado.
El neoliberalismo y la democracia burguesa que ha construido con la connivencia de la socialdemocracia, han generado una élite de poder y costumbres que no facilita una vida mejor para las clases trabajadoras, sino que agudizan la pobreza y la brecha social y, tras más de 20 años de neoliberalismo, el mercado ha sido incapaz de regular la economía e impulsar procesos equitativos de desarrollo, de ahí que desde la izquierda social y socialista debemos esforzarnos en impulsar la construcción de un desarrollo más humano, sostenible y democrático fomentando la participación de la militancia socialista y del conjunto de la sociedad para hacerlo posible.
El PSOE tiene una enorme responsabilidad en este campo y debe abandonar “la oposición responsable” por una “alternativa transformadora” que termine con el dominio de la injusticia y le permita abandonar el social liberalismo en el que parece inmerso. Al menos así lo aprecian la ciudadanía y gran parte de la afiliación, tal como lo pone de manifiesto el continuo desafecto ciudadano y la incesante pérdida de militancia.
Es lógico que así ocurra, porque no se le plantea a la sociedad auténticas alternativas de cambio al neoliberalismo imperante. Así, la ciudadanía no aprecia diferencias esenciales entre las recetas de las políticas del PP y las que se plantean desde el PSOE, que además tiene que lidiar con el hándicap del descrédito político.
Son amargos los tiempos que corren para todas y todos, pero muy especialmente para la militancia socialista, quienes no vemos reflejado nuestro esfuerzo en la recuperación de la confianza por parte de la ciudadanía y muy especialmente, para aquellas personas que situadas en una posición minoritaria terminan frustradas y abandonando la militancia. Cada vez hay menos militantes en el Partido, y un partido con poca militancia está condenado a ser sectario, a gobernar y gobernarse a base de cuotas, prebendas y/o carguillos, estrechando cada vez más el círculo en torno a una determinada élite.
Pero aún hay una batalla que dar por las ideas desde dentro del PSOE, por muy complicado que se muestre cambiar las cosas desde dentro, y en ello está comprometida la Corriente de Opinión “Izquierda Socialista”, por lo que hay que luchar socialmente, propiciando alianzas con otros frentes como pueden ser las empresas, las organizaciones sindicales, ONGs….
Pablo Iglesias, el fundador socialista decía: “sois socialistas no para amar en silencio vuestras ideas ni para recrearos con su grandeza y con el espíritu de justicia que las anima, sino para llevarlas a todas partes”
En ello estamos.
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