El largo año vivido bajo el terror del gobierno más ultraliberal y de derechas de la democracia concluye, ¡POR FIN!
Un año sustentado fundamentalmente en la mentira de la acción política desarrollada, que en nada se ha parecido a la oferta electoral con la que el PP se hace con el poder absoluto en España. Un poder legítimo, que sin embargo se ve ilegitimado por la propia acción política y por la interpretación de facto del Gobierno, que considera la legitimidad democrática como patente de corso para la impunidad, la intolerancia y el totalitarismo político que impregnan los 29 RDLs con los que el Gobierno del PP gobierna el destino de los más de 40 millones de españoles y españolas.
Un largo año de desgobierno, de fracasos en las políticas aplicadas para superar la crisis. Un año de retrocesos en libertades y en derechos en un contexto de permanente involución democrática. Un año de ofensiva contra el Estado del Bienestar y contra los servicios esenciales para la comunidad.
Un año para conseguir hacer de España uno de los Estados más vulnerable de la UE. Un año para erradicar a las clases trabajadoras la tutela jurídica efectiva.
Un año para desectructurar el tejido democrático de participación de la ciudadanía, para someter y hacer añicos el derecho laboral y las relaciones laborales, pretendiendo desde los poderes mediáticos de la derecha desacreditar y minar la fortaleza del sindicalismo de clase y con ello, la capacidad de organizarse las clases trabajadoras para defender sus derechos e intereses.
En definitiva, un año en el que han cambiado el modo de convivencia y el orden de las preocupaciones de la ciudadanía y para desmantelar la cadena de derechos que les protegen en un Estado Social y de Derechos como era España.
En solo un año, nos han imbuido hacia una etapa de la historia convulsa social y económicamente, arrastrada por los intereses neoliberales al servicio del poder económico y financiero, que aprovechando la crisis económica está consiguiendo imponer un modelo alejado del sistema del bienestar social, desahuciando principios básicos del derecho laboral que hasta ahora las organizaciones sindicales habíamos conseguido a través de la negociación colectiva principalmente.
Es aquí donde se sitúa el propósito estratégico último del Gobierno del PP, “acabar con la capacidad organizativa de las clases trabajadoras acabando con las organizaciones obreras de clase”, a las que históricamente la derecha española han perseguido, prohibido e ilegalizado para evitar que el mundo del trabajo pueda contrarrestar las políticas belicosas contra sus derechos e intereses mediante su organización. En este sentido, este largo año de desgobierno se ha caracterizado por una interminable oleada de ataques desde la derecha financiera, económica, política, mediática y eclesiástica al sindicalismo de clases. Un ataque sin precedentes en la historia de España desde los tiempos de la “dictadura Franquista” y que de no contrarrestar, pueden ser más devastadores para las clase obreras que la propia “dictatura del Caudillo Franco”.
Sin temor a incurrir en opiniones que puedan herir la sensibilidad de algunas personas, me atrevo a aseverar que en estos momentos el contenido sociopolítico de la historia de España ejerce una enorme influencia sobre la conciencia colectiva social, una influencia de incalculables consecuencias para el devenir del futuro de los sindicatos de clase, sustentada en la legitimidad que propicia la democracia a la libertad de prensa, de expresión y opinión, más allá de la veracidad de las mismas a la hora de orquestar múltiples y virulentas campañas de desprestigio continuado en contra de las grandes Confederaciones Sindicales de España, a las que la derecha temen por erigirse en el último bastión de la izquierda social.
Así como el fascismo “Franquista”, amén del coste humano que supuso, llevó a los sindicatos a la clandestinidad, a la persecución y represión de sus militantes y dirigentes, también generó amplia simpatía y solidaridad hacia las clases trabajadoras y populares creándose una importante red social de apoyos, colaboraciones y de difusión ideológica que hizo reaparecer la actividad sindical con fortaleza y esperanza. Sin embargo, la realidad sociopolítica actual está minando el crédito y la sensación de necesidad del sindicalismo generando la ambigua conciencia social de que las Organizaciones Obreras son prescindibles para el desarrollo socioeconómico y la defensa de los derechos e intereses de las personas más vulnerables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario