miércoles, 2 de julio de 2014

Somos el “PSOE" sin apellidos.


 En una semana las socialistas y los socialistas de España tenemos la oportunidad por primera vez, de elegir de forma directa a quien debe liderar la nueva Dirección Federal que salga del Congreso Extraordinario próximo para el nuevo tiempo que nos toca vivir.

Una elección en medio de un debate social como nunca se ha producido en libertad, porque en esta ocasión en el centro del mismo se sitúa la capacidad de autorregulación y organización social y en las críticas,  las organizaciones políticas tradicionales. No sin motivos en mi opinión.

Como lo que me ocupa y preocupa es el PSOE, pienso que no hemos sido capaces de interpretar correctamente el profundo cambio social producido en las últimas tres décadas, cuya eclosión definitiva se ha desarrollado en la actual “coyuntura” de crisis (quizás haya que hablar de crisis estructural), que ha puesto de manifiesto la mayoría de edad de la ciudadanía, la capacidad de organizarse y autorregularse para promover la defensa del interés general y su modelo de organización y pensamiento político, a la par de censurar y rechazar el actual modelo de partidos, social, económico y de participación ciudadana que ha llevado a la sociedad a un profundo desafecto institucional y político.

El PSOE que recuerdo, al que me afilié y en el que milito sin condición era el “PSOE”,un partido obrero, de obreros para España y la humanidad. Un partido renovado a finales de los años setenta, socialdemócrata en los ochenta, progresista y liberal socialista según los cánones de la llamada “tercera vía socialista” en los noventa y convertido finalmente según Felipe González, en un partido “circunstancionalista”, que no republicano.

El rumbo sin rumbo ideológico del PSOE en estas tres décadas, amén de las muchos logros y conquistas sociales propiciadas por los diferentes Gobiernos Socialistas de España, ha dilapidado los cien años de honradez con los que nos presentamos ante la nueva sociedad española de la legalización política y de las libertades, ha fracturado la confianza mayoritaria de la ciudadanía alcanzada en el año 1982, ha expulsado de la participación democrática al 60% de las electoras y electores y ha generado el concepto de “no me representan y todos son iguales” a parte de descapitalizar el legado histórico del Socialismo Español del actual periodo democrático.

Ante esta situación, se pone de manifiesto que es preciso reconstruir el proyecto socialista, sin apellidos, con un discurso político claro, transformador e internacionalista a la par que contundente y sin equívocos centrado en la reivindicación de la fortaleza de la justicia social, que es lo que une al socialismo. Que devuelva al pueblo el afecto perdido a través de fórmulas de participación y corresponsabilidad en la gestión democrática de la acción política. Esto es lo que representa José Antonio Pérez Tapias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario