lunes, 1 de octubre de 2012

MARCA ESPAÑA Y RUPTURA DEL CONSENSO SOCIAL

La marca “España” está sujeta a un profundo deterioro crediticio. El concepto que el mundo tiene de España es el de un país inseguro social y jurídicamente; perdido en el abismo del desconcierto improvisado, y no improvisado, por tano en el desconcierto estratégico del gobierno del PP y, especialmente genera una alta dosis de desconfianza hacia sus gobernantes propiciadas por el  “ahora digo que voy a hacer esto y hago lo otro”


La estrategia de “decir lo que no hago, hacer lo que no digo y actúo como pienso”  es el mayor lastre con el que cuenta España como marca.

En este descrédito, más allá de que España está siendo la panacea del modelo capitalista europeo, que vive sumida en una profunda recesión que hunde sus raíces en las propias contradicciones del sistema, se sitúa la responsabilidad del gobierno de PP que hurga en sus entrañas para poner en valor lo más miserable del mismo y hacer recaer la responsabilidad y las consecuencias del expolio social, por lo obsoleto del sistema,  sobre la ciudadanía.

La marca España conceptualmente creada por el gobierno del PP para limpiar la imagen de los desaguisados de las políticas neoliberales extremas que está desarrollando, no está sirviendo de nada como consecuencia de las políticas  de recortes y austeridad y la estrategia de firmeza exclusiva para asegurar el cobro de los intereses, que no de capital, de la deuda del Estado por parte de la banca internacional. Firmeza en el pago de la deuda que nos está llevando a un profundo pozo del que muy difícilmente puede haber una salida razonable y responsable.

En nueve meses de gobierno, el PP con las políticas de recortes y ajustes para reducir el déficit, no solo no lo ha reducido, sino que lo ha incrementado desde el 76% del PIB hasta el 90,5% del pronosticado con los PGE para 2013, circunstancia que llevará a España hacia un país sin Estado y solo con mercado, generándose un profunda descohesión que concluirá con la quiebra definitiva del consenso social que ha caracterizado a todo el periodo democrático de España.

Diseñar la macroeconomía del País y su ejecución presupuestaria para beneficiar exclusivamente a la banca es dañino para las clases trabajadoras y populares, perjudicial para el conjunto de la ciudadanía e insuficiente para generar credibilidad  a la economía española, porque ahonda en la crisis y no está al servicio de la sociedad. De esta manera, solo se genera mayor descontento social que tendrá repercusión negativa sobre la marca “España” como país.

Generar un  Estado del “malestar” como el generado por el gobierno del PP, donde la inmensa mayoría social (las clases trabajadoras y el conjunto de la ciudadanía) se encuentra entre el Estado Policial y el Independentismo catalán, es muy malo para el crédito de España y esa percepción alcanza hasta el FMI, OCDE y la propia CEOE que discrepan sustancialmente de las previsiones económicas del gobierno y en el sentido de que, los sacrificios impuestos son inútiles para mejorar la credibilidad de la economía.

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