viernes, 17 de junio de 2011

Socialdemocracia y transformación

Allá por el año 1999, Paco Orta Bueno, quien fuera Secretario General de UGT Huelva, hizo pública una reflexión que venia a decir: “La evolución de la socialdemocracia hacia la conocida como Tercera Vía -propuesta por Blair y Schöder-, va a suponer la justificación de un discurso ideológico neoliberal en el seno del socialismo europeo”.

Cuando uno ve y reflexiona sobre lo que está ocurriendo y cómo se está gestionando la actual crisis económica en Europa, no tiene más remedio que compartir y coincidir con su apreciación en la reflexión. Por no calificar al compañero Paco como visionario, a tenor de la extraordinaria actualidad de la reflexión.

Es una realidad que el concepto de crecimiento económico asociado a la acumulación egoísta y ambiciosa de riquezas, se haya abierto camino y sustituido al que históricamente fue el eje central e ideológico de la socialdemocracia actual: “el trabajo como eje del desarrollo”. No es posible considerar una sociedad desarrollada a aquélla que no mejora las condiciones de vida de la ciudadanía de forma equilibrada a través de una mejor redistribución de las riquezas que genera la propia sociedad, y de la protección de quienes no tienen capacidad de competir.

Es ahí donde se encuentra el núcleo ideológico del neoliberalismo socialdemócrata, en el concepto 'competitividad'. Idea convertida en verdad incuestionable e introducida en todos los discursos formales de todas las Administraciones e Instituciones, sean del color que sean, y que ha sustituido los ideales de igualdad, dignidad, equidad, justicia social... que han sustentado históricamente al pensamiento socialdemócrata.

La competitividad es una perversión en sí misma; proclama la supervivencia de los más aptos, de los más capacitados y limita la intervención del Estado para que la libertad individual prevalezca sobre la colectiva, generándose con ello profundos desequilibrios, mayores desigualdades y mayores beneficios para los titulares de la teoría de la competitividad, que son precisamente los poderes económicos especulativos y la banca privada, quienes a su vez son propietarias de Gobiernos y del 90% de los medios de comunicación globales.

Baste otear el horizonte político y mediático de la UE para tener una visión clara de lo que califico como estrategia de los poderes fácticos del capitalismo tradicional sustentados ideológicamente por la derecha, la derecha extrema y xenófoba de Europa que en España representa el PP.

En mi opinión, el calado de la actual crisis y las consecuencias irreparables para el desarrollo y generaciones futuros, bien hubieran merecido un encuentro de la Internacional Socialista Europea, pero ¿existe al margen del discurso formal? Si no es así, a las trabajadoras, a los trabajadores, a las clases populares y a la ciudadanía en general nos urge volver a tener referentes políticos porque se nos está robando el presente y el futuro y se nos está acabando el tiempo de los derechos.

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