La credibilidad de la economía europea entra en unos derroteros preocupantes. Ya no vale hablar solo de los problemas de los países llamados periféricos, que por cierto, -la propia definición descalifica el propósito de cohesión y unidad que pretende la constitución y diversos tratados europeos- , sino que la situación de la economía de la eurozona está llegando a los países “centriféricos”, por continuar con el símil.
Desde UGT y desde posiciones personales, hace tiempo que venimos reclamando una acción unitaria y colegiada de la UE en defensa del modelo social y del euro, pero la opción impuesta, especialmente por la Cancillera Merkel, ha desembocado en el acrecentamiento de la desconfianza del nivel crediticio de la moneda única y de la prima de riesgo del conjunto de la Unión.
En mi opinión, aún se está a tiempo de tomar decisiones importantes que generen confianza cierta y fortalezca la soberanía europea sobre los mercados especulativos. (También lo cree el Presidente de la Comisión, el portugués Durao Barroso); pero también es preciso restituir la desafección existente y la incertidumbre de las clases trabajadoras y populares sobre las instituciones y sus representantes.
En este sentido, se hace preciso contar con tres pilares básicos que garanticen una gobernanza económica y fiscal común (claro que primero hay que contar con esa Gobernanza única). Para lo cual es indispensable que junto al BCE interactúen: la Reserva del Tesoro (acordada y no creada) que sea la encargada de la adquisición de la deuda soberana de los países para liberar al BCE de este menester y pueda dedicarse a sus funciones básicas –prestar dinero a la banca privada- y dotarse de un Banco Europeo Público de Inversiones, con capacidad de competir en igualdad de condiciones que la banca privada y con el fin de servir de apoyo financiero a la inversión económica productiva no especulativa. A la par de establecer un marco común en toda la UE de derechos sociales, laborales y salariales, unificando el SMI para toda la zona euro.
Esta europa es posible, viable y especialmente creible como modelo de desarollo socieconómico.
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